miércoles, 31 de octubre de 2012

Tema 1: Introducción











Introducción a la  Ecología Agraria y Ecología del Paisaje


Para alumnos de:
Ecología Agraria - Carrera: Ingeniería Agronómica
Ecología del Paisaje - Carrera de Ingeniería de Paisajes



SE PRESENTA EN CLASE MEDIANTE POWER POINT
Elaboración del material presentado: Biól. M. C. Morláns.




















OBJETO DE ESTUDIO:










ORGANIZACION DE LA MATERIA Y ENERGIA





CAMPO DE ACCION







ESTRUCTURA DEL ECOSISTEMA






FUNCIONAMIENTO DEL ECOSISTEMA







CICLO DE LA MATERIA





FLUJO DE ENERGIA: REPRESENTACIÓN ESQUEMÁTICA







TIPOS DE ECOSISTEMAS Y PAISAJES









ONTOGENIA DEL ECOSISTEMA











"LABORATORIO" DE ECOLOGÍA






PRINCIPALES RASGOS MACROECOLÓGICOS Y AGROECOLÓGICOS DE LA PROVINCIA DE CATAMARCA












FITOGEOGRAFIA























































TODA ACTIVIDAD HUMANA PROVOCA UN IMPACTO:





















Introducción a la  Ecología del Paisaje

Para alumnos de:
Carrera de Ingeniería de Paisajes
Asignatura Ecología del Paisaje
  

Biól. (Mgter) María Cristina Morláns - Ing. de Paisajes Claudia Marcela Romero

  
CONTENIDO

·         EL CONCEPTO DE PAISAJE.

  • PRINCIPALES COMPONENTES DEL PAISAJE VISUAL.

  
EL CONCEPTO DE PAISAJE 
Introducción.
            Paisaje es un término ambiguo, utilizado en distintos campos del arte y las ciencias: pintores, poetas, arquitectos, geógrafos, geólogos, ecólogos, planificadores, etc. El paisaje, aunque idéntico en el fondo, es diferente en la forma de interpretarlo (Escribano et al, 1991). Aun refiriéndose al mismo hecho y con una única palabra, distintos enfoques aprecian escalas diferentes de la realidad espacial desde aspectos poco convergentes. La consideración multidisciplinar del paisaje ha evolucionado por caminos diferentes y con frecuencia ha sido un diálogo entre sordos (Zoido, 2004)
            Etimológicamente, el término paisaje procede del latín “pagus” (territorio, campo, distrito, pueblo…). El latín “pagensis” dio en francés “pays”, que derivó luego en “paysage” (relativo al campo, al territorio usado)
            Según los diccionarios comunes de la RAE, el paisaje es “la extensión de terreno que se ve desde un sitio” o “la extensión de terreno que se considera en su aspecto artístico”. Desde esta concepción, el término "paisaje" tiene un significado meramente escenográfico, sin apenas otro contenido que sus referentes estéticos. Un paisaje aparece como una evocación pictórica o, más recientemente, una postal o fotografía (o sea, la imagen del paisaje, según González Bernáldez, 1981).
            Analizando las partes constitutivas de la definición, resulta que:
“Artístico” significa, siempre según la RAE, perteneciente o relativo a las artes y “Arte” es habilidad para hacer alguna cosa o el conjunto de normas para hacer bien algo.
            Haciendo transposición de significados, quedaría que Paisaje es “la extensión de terreno que se considera desde su habilidad para hacer bien algo”, (por ejemplo, producción de bienes y servicios para el ser humano).
            Si en lugar del término “artístico” se utilizara el término “estético” (de hermoso aspecto), se tendría que paisaje es “una extensión de terreno de bello aspecto que se ve desde un sitio”. De acuerdo a ello, el paisaje no sería más que una percepción simple o estéticamente valorada de una parte del territorio (una realidad subjetiva, o, si se quiere, un sentimiento estético) y no una realidad física, natural y tangible. También supone que sin sujeto observador no hay paisaje y sin normas o criterios estéticos, tampoco. Es decir, supone que sólo hay paisaje cuando la extensión de terreno es especialmente bella o hermosa por ajustarse a criterios estéticos socialmente implantados, compartidos y asumidos por el observador (y que tales criterios estéticos son de validez universal).
            La filosofía según la cual la existencia de la realidad material depende de las percepciones sensibles (y por lo tanto lo que no se percibe no existe) data de principios del siglo 18; más concretamente, de 1710, fecha en que G. Berkeley publicó su “Treatise on the Principles of Human Knowledge o, traducido, Tratado sobre los principios del conocimiento humano”). En él postulaba que si la materia no es más que una idea fundada en la percepción, no existe como tal por lo que la naturaleza no sería más que un conjunto de ideas. Su teoría fue muy controvertida porque, de hecho, implicaba la inexistencia de Dios (de quien sólo puede tenerse una idea abstracta). Siendo hombre religioso, Berkeley se vio forzado a admitir la existencia real de la naturaleza (independientemente de su existencia como idea en la mente del hombre) e identificó con ella a Dios, logrando con esto ser considerado un blasfemo y un ateo.
El significado científico del paisaje
            La ambigüedad de la palabra paisaje no debe llevar a equívocos y parece adecuado diferenciar su significado artístico o vulgar del significado científico, aun cuando todos resulten necesarios para tener una idea más exhaustiva y clara del concepto denominado paisaje.
            Desde el punto de vista científico existen numerosas definiciones de paisaje, las que han evolucionado independientemente en un buen número de países, con enfoques diversos y no siempre bajo las mismas directrices, creando con ello una considerable confusión.
            La ciencia del paisaje ha tenido su antecedente en los trabajos de Charles Darwin y Alejandro von Humboldt en el siglo XIX. Las geografias rusa y alemana forjaron los elementos básicos de la vertiente física del paisaje. Geógrafos europeos y norteamericanos en la primera mitad del siglo XX continuaron fundando los cimientos de la ciencia del paisaje como disciplina natural; al mismo tiempo se fueron forjando las bases para una visión sociocultural y psicológica del paisaje.
            El término Ciencia del Paisaje apareció por primera vez en 1884 para desiertos absolutos o lugares de influencia glacial, de los cuales interesaban exclusivamente los procesos físicos. Es decir, enfocando al paisaje geomorfológico.
            En sentido geomorfológico se denomina paisaje al aspecto general de una región, determinado por el conjunto de geoformas (relieve tallado o construido sobre un sustrato, resultado tanto de la erosión como de la acumulación de sedimentos sobre los relieves emergidos de las áreas continentales). La geoforma comprende todos los elementos vinculados con la morfología de la superficie terrestre (clima, relieve, litología, geomorfología, suelos y cubierta vegetal con su fauna asociada).
            Por otro lado, las ciencias directamente relacionadas con el hombre, como la historia, la arqueología, la etnografía o la sociología, se interesan por el paisaje, no en su acepción natural, sino en aquellos paisajes marcados por las huellas de la actividad humana. Se asume que el paisaje, entendido como entorno natural, fue pre-existente al ser humano y cuando éste aparece en el planeta, encuentra en él una fuente de recursos, pero también un lugar inclemente al que debe modificar, adecuándolo a sus necesidades. De esta manera, el paisaje  incluye también la presencia de obras antrópicas cuando ellas existen.
            Uniendo ambas concepciones, el relieve (fisiografía) constituye la base sobre la que interactúan otros componentes del paisaje. La cubierta vegetal, la presencia del agua o nieve, la frecuencia e intensidad de los vientos y las precipitaciones y la actividad humana, diferencian un determinado paisaje frente a otros de relieves similares, a la vez que contribuyen a su transformación. Esto es, el paisaje sería el aspecto general de una región, resultante de la modelación efectuada por distintos factores (abióticos, bióticos y antrópicos, si los hubiere) cuya particular historia evolutiva y adaptativa  le confiere ciertas peculiaridades.
El paisaje desde la geografía y la ecología.
            En 1919 H. Hassinger estableció que la geografía del paisaje como región natural, contaba con un objeto propio. Según él (y aunque la autoecología surge en 1866 y la sinecología en 1877) ninguna otra ciencia distingue las múltiples relaciones que se establecen entre las manifestaciones de la naturaleza viva y la no viva, y con las personas de diferentes estratos sociales que actúan por motivos económicos. Pese al anhelo de Hassinger, el estudio del paisaje como un todo es sumamente reciente.
            El término “ecología del paisaje” fue propuesto por Carl Troll en 1938, quien lo justificó de la siguiente manera: “Los dos conceptos, ecología y paisaje, están relacionados con el entorno del hombre, con la particularmente variada superficie terrestre que éste tiene que usar de manera adecuada para su economía agrícola y forestal con el fin de aprovechar las materias primas, al igual que la explotación minera o la fuerza hidráulica que producen energía para impulsar sus industrias; un entorno natural que el hombre, con sus actividades, transforma siempre de un paisaje natural a un paisaje económica y culturalmente aprovechado”.

            Lo más positivo del encuentro entre ecología y paisaje es que se rompe con la idea de que la intervención humana en el paisaje natural supone siempre una brusca alteración de su lógica natural, que indefectiblemente altera su equilibrio secular (lo que llevaría a afirmar que el paisaje natural es un recurso no renovable a escala temporal humana, dejándonos sin esperanza alguna).
            Más recientemente, Zonneveld  (1984), define el paisaje como: "Una parte de la superficie terrestre reconocible, que resulta y es mantenida por la mutua actividad de seres vivos y no vivos, incluyendo entre los primeros al hombre" o “Una parte del espacio sobre la superficie terrestre, la cual consiste en un complejo de sistemas, formado por actividad de la roca, del agua, del aire de las plantas, de los animales y el hombre y por su fisonomía constituye una entidad reconocible”. En 1988, el mismo autor señala que lo básico de la ecología del paisaje y lo que la diferencia de otras disciplinas, es la suposición de que un espacio específico de un paisaje es una entidad holística, que incluye todos sus componentes heterogéneos, incorporando al hombre como un elemento más del conjunto. El autor señala asimismo que el objeto de estudio de la ecología del paisaje es el "paisaje", correspondiendo éste a la heterogeneidad de un área de tierra compuesta por un grupo de ecosistemas interactuantes, que se repite en forma similar a lo largo del espacio (Forman y Godron,1986).  De esta manera, el paisaje aparece como una unidad jerárquica superior al ecosistema.
            El paisaje como mosaico de ecosistemas en diversos grados de transformación y adecuación, ha sido analizado por Hills (1974), Fabos et al. (1980), Klink (1974), Olschowy (1975), McBride (1977), Schreiber (1977), Naveh (1978), Dorney y Hoffman (1979), González (1981) y Zube et al. (1982), entre otros, que no tiene caso discutir aquí.
            Etter (1990) precisa aquella definición al explicar el paisaje como: "Una porción del espacio geográfico, homogéneo en cuanto a su fisionomía y composición, con patrón de estabilidad temporal resultante de la interacción compleja del clima, las rocas, el agua, el suelo, la flora, la fauna y las actividades humanas, reconocible y diferenciable de otras vecinas de acuerdo con un nivel de análisis (resolución) espacio-temporal"; aquí ya se apunta hacia la determinación de una “unidad de paisaje”, tema que será abordado en profundidad cuando se estudien distintos enfoques metodológicos para el estudio del paisaje.
            En los albores del presente milenio, la Convención Europea del Paisaje entiende por paisaje: “componente esencial del entorno en el que viven las poblaciones, expresión de diversidad de su común patrimonio cultural, ecológico, social y económico y, a la vez, fundamento de su identidad” Aunque no muy feliz en sus términos, en este concepto subyace la idea de que el paisaje es un elemento esencial del bienestar individual y social, reconociendo los factores que han hecho posible unas determinadas formas del territorio. Además, que es un hecho objetivo y por tanto sujeto a la administración o gobierno como tantos otros aspectos de la realidad

            En efecto, actualmente se afirma que cualquier fragmento de la superficie terrestre (fondos oceánicos incluidos), intervenido o no por los humanos, configura un paisaje; es decir, un conjunto de referentes físicos y funcionales, susceptible de ser considerado como un fenómeno real en sí mismo. El paisaje refleja la realidad ambiental de cada lugar (geológica, climática, edáfica), a la vez que resume y expresa la historia de procesos biológicos y antrópicos que se hayan podido desarrollar en él.

            El conjunto de referentes (naturales) físicos y funcionales aparece como condición necesaria y suficiente e incluye paisajes no terrestres, como el paisaje lunar o el paisaje marciano así como paisajes en los que el componente biótico (no antrópico) es tan insignificante que no satisface la definición de ecosistema.
           
            Sin embargo, los paisajes contemporáneos son mayoritariamente  paisajes transformados en distintos grados como consecuencia de la actividad milenaria de diferentes formas de organización social humana; por tal motivo y en lo que respecta al planeta Tierra, la consideración de los procesos antrópicos es insoslayable.

El paisaje total.
            En este ensayo el marco teórico esencial se desarrolla como una aproximación al análisis del espacio geográfico terrestre y su evolución hacia la conformación de los paisajes, como resultantes de la íntima relación Naturaleza-Sociedad.
            Considerando el primigenio espacio geográfico susceptible de llegar a conformar un paisaje, el relieve modelado es, como se dijo,  condición no sólo necesaria sino suficiente para satisfacer el concepto de paisaje. La presencia de elementos bióticos y más aun la de elementos antrópicos, podría considerarse accesoria (aunque no invalidante) o bien como una resultante lógica del proceso de evolución perpetua que experimenta el planeta. En el transcurso de dicho proceso, muchas circunstancias ambientales han cambiado drásticamente; la vida se hizo presente a través de numerosas formas diferentes (algunas de las cuales no lograron pasar con éxito el filtro de la selección natural y hoy son sólo registros paleontológicos, mientras que otras se mantuvieron casi sin cambios y otras más evolucionaron hasta las formas actuales) y, con independencia de su forma y función, cada especie ha experimentado las acciones del medio, ha reaccionado a él y ha coaccionado con sus compañeras de hábitat.  De esa intrincada maraña de acciones, reacciones y coacciones se deriva una co-evolución entre paisaje y elementos bióticos (ser humano incluido) contribuyendo estos últimos a la transformación del primero.
            Puesto que hoy los seres vivos existen, su incorporación como elemento constitutivo del paisaje es obligada, aunque puedan existir paisajes que no los contengan. Del mismo modo, la humanidad organizada y sus acciones (destrucciones y construcciones) se convierte en un elemento de gran significación en el paisaje, particularmente en la velocidad de  transformación del mismo y en el sentido del cambio. Tan grande es la influencia antrópica que en el devenir de la historia han surgido paisajes relativamente estables con baja o nula probabilidad de ocurrencia en ausencia del ser humano (como las dehesas, los arrozales o las ciudades).
            El paisaje donde se desarrollan las actividades materiales y espirituales de la sociedad humana adquiere el carácter de un espacio estructurado el cual evoluciona conjuntamente con los procesos sociales. En estos casos, el Hombre se visualiza como el principal factor estructurador del paisaje. 
            Ya en 1968 Bertand  sostenía que “el paisaje no es la simple suma de elementos geográficos separados, sino que es -para una cierta superficie espacial- el resultado de las combinaciones dinámicas, a veces inestables, de elementos físicos, biológicos y antrópicos, que engarzados dialécticamente, hacen del paisaje un cuerpo único, indisociable, en perpetua evolución”.
            Dos años más tarde (1970) Relph intentó una conceptualización de la interacción entre la naturaleza y la sociedad a través del tiempo; es decir, el paisaje como algo creado, como una experiencia humana que obtiene significado a través de la intencionalidad de los grupos sociales. Este enfoque toma en cuenta el contexto histórico social en la expresión espacial de las formas socio-económicas. Para González Bernaldez (1981) el concepto integral de paisaje debe incluir las decantaciones de la historia y sus estructuras económicas en los espacios de la geografía. Es decir, la cultura objetivada en el espacio sobre los fundamentos inorgánicos y orgánicos de los escenarios naturales.
            De esta manera, el análisis de los espacios socio-naturales (paisajes), debe comprender una visión histórica de la sociedad junto con los procesos naturales que la sustentan, una conformación y evolución de la sociedad con sus distintas etapas de desarrollo y avance tecnológico y, finalmente, una concepción objetiva del mundo y de la vida para interpretar a través de ella los procesos formativos de la ciencia del paisaje. Este planteamiento requiere necesariamente de un enfoque interdisciplinario y una metodología que permita una investigación verdaderamente integrada.
            La permanencia, evolución, transformación, cambio y desaparición son eventos resultantes de procesos abióticos y bióticos con dimensión espacio-temporal. La comprensión de las estructuras básicas, los elementos primarios del paisaje, deben entenderse a través de la historia del planeta. Por tanto los paisajes, desde el punto de vista ecológico y biogeográfico, aparecen como entidades naturales, cuyos componentes co-evolucionan desde su misma aparición. De esta manera, el análisis de la dinámica del paisaje debe abarcar varios niveles disciplinares, que permitan conocer tanto el paisaje natural como sus modificaciones surgidas en la creación del paisaje socio-cultural.
            La consideración del paisaje como un recurso natural en sí mismo (no como escenario de actividades productivas) y su valoración como tal permiten, sin embargo, un enfoque que apunta a una idea diferente, al concepto de paisaje  visual, considerando más la estética y la capacidad de percepción del paisaje de un observador. Así, en vez de hablar de paisaje ecológico se habla de paisaje visual o percibido. Volviendo a la definición del diccionario (porción del territorio visible) se puede interpretar al paisaje como “espacio a una escala visual en la que es posible la apreciación de ciertas formas y detalles de interés para su reproducción y para la intervención transformadora, y respecto del cual es posible también reconocer los procesos naturales o antrópicos que lo explican".
            En síntesis, se pueden reconocer tres enfoques distintos para centrar el término paisaje (SEIA, 2004):
  • El paisaje puramente estético, que hace alusión a la armoniosa combinación de las formas y colores del territorio, e incluso a la representación artística de él.
  • El paisaje como término ecológico o geográfico, que se refiere al estudio de los sistemas naturales que lo configuran, es decir, la interrelación entre agua, aire, tierra, plantas y animales, a lo que debería agregarse la actividad humana.
  • El paisaje como estado cultural, es decir, el escenario resultante de la actividad humana.
            Estas tres visiones paralelas, complementarias, entrelazadas, pueden englobarse, sobre la base del interés que despierta en una comunidad y también de su fragilidad, en un único concepto: el paisaje como patrimonio.
            Karl R. Popper,  filósofo austriaco nacionalizado británico planteó la existencia de tres “mundos”: el primero, mundo físico o natural; el segundo, el mundo de los sentimientos anímicos, el de las sensaciones personales, de la psique; el tercero, el mundo de las ideas con las que nos representamos la realidad. El paisaje, según nuestra concepción, pertenece a los tres.

Conclusión:

            Coincidiendo con Martínez Vega y otros (2003), “el estudio del paisaje se puede enfocar desde dos concepciones: el paisaje total y el paisaje visual. En la primera, el interés se centra en el estudio del paisaje como indicador o fuente de información sintética del territorio y como un sistema de relaciones en el que los procesos se encadenan. Su aprehensión se realiza como un todo. En la segunda aproximación, la atención se dirige hacia lo que el observador es capaz de percibir en ese territorio, el paisaje como expresión espacial y visual del medio”.
           
            Estos dos enfoques implican aproximaciones distintas:
a) el estudio del paisaje como paisaje visual es eminentemente descriptivo; el paisaje puede considerarse definido por el entorno visual del punto de observación y caracterizado por los elementos que pueden ser percibidos visualmente por el hombre (relieve, geoformas predominantes, tipo y estructura de las formaciones vegetales, etc.) pero no explica  la evolución y transformación de los paisajes.

b) el estudio del paisaje total es eminentemente funcional. Procura interpretar las múltiples relaciones de interdependencia y supone una integración (análisis y síntesis) de procesos y factores concurrentes que permiten explicar el paisaje actual y hasta cierto punto predecir el paisaje futuro.
            Asimismo, cada enfoque supone impactos diferentes: a nivel de paisaje total, el impacto (positivo o negativo) implica cambios en el carácter o calidad del mismo; a nivel de paisaje visual el impacto se relaciona con los cambios que podrán sufrir las posibles vistas del paisaje y sus efectos sobre al observador.

            En este sentido, no hay duda que el estudio tanto descriptivo como funcional del paisaje debería ser un paso previo a cualquier proyecto o actuación que suponga una intervención del hombre, a cualquier decisión que afecte al uso del suelo o a la gestión de los recursos naturales en un espacio geográfico determinado.

            Podría afirmarse entonces que la Ingeniería de Paisajes es la disciplina que estudia, interpreta y explica al paisaje teniendo como meta su aprovechamiento sustentable, contribuyendo a la toma de decisiones sobre el uso de la tierra a través de actividades de valoración, planificación, ordenación, conservación y remediación.

             Por su parte, "Arquitectura del Paisaje" se refiere al resultado de la manipulación consciente del paisaje por parte del proyectista y abarca desde el "paisaje urbano" (en el cual la proporción de lo construido es mayoritaria) hasta sutiles intervenciones en espacios naturales que a base de elementos topográficos y especies vegetales crean una intencionalidad perceptiva, o sea, un paisaje construido (Cerver, Francisco A., 1997).

           
Bibliografía consultada.
Bertrand, G. (1968). Paysage et Géographie physique globales. Esquisse methodologique. Revue Géographique des Pyrénées et du Sud - Ouest. T. XXXIX. Toulousse.
Cerver, Francisco A., 1997. Arquitectura del Paisaje Internacional, Edit. Paco Asensio, Barcelona, España.
Escribano M, M de Frutos, E. Iglesias, C  Mataix (1991) El Paisaje. Ministerio de Obras Públicas y Transportes, Secretaría General Técnica, Centro de Publicaciones, Madrid, España. 117 pp.
Etter, A., 1990. Ecología del Paisaje: un marco de integración para los levantamientos rurales. IGAC, Bogotá.
Forman K. y M Godron (1986) Landscape ecology. John Wiley and Sons, New York, New York, USA. 619 pp.
González Bernáldez, F. (1981). Ecología y Paisaje. Blume. Madrid.
González Bernáldez, F. 1985. Invitación a la ecología humana. La adaptación afectiva al entorno. Tecnos S. A., Madrid, España.
Klink, H. J. Geoecology and Natural Regionalization. Applied Sciences and Development.Vol. 4. República Federal de Alemania, Institute for Scientific.

Martínez Vega, J., Martín Isabel M. P. y Romero Calcerrada, R. (2003): “Valoración del paisaje en la zona de especial protección de aves carrizales y sotos de Aranjuez (Comunidad de Madrid)”, GeoFocus (Artículos), nº 3, p. 1-21. ISSN: 1578-5157.
Molano Barrero, J. 1999. VILLA DE LEIVA. Biblioteca Virtual. Banco de la república. Bogotá, Colombia.

MOPT (1993) Guía metodológica para el estudio del medio físico y la planificación. Ministerio de Obras Públicas y Transporte, Series Monográficas, Madrid, España. 809 pp.

MUÑOZ-PEDREROS, A. 2004 - La evaluación del paisaje: una herramienta de gestión ambiental. Revista chilena de historia natural. v.77 n.1 Santiago de Chile.  ISSN 0716-078X 


NAVEH Z (1982) Landscape ecology as an emerging branch of human ecosystem science. En: Maofadyen A & ED Ford (eds) Advances in Ecological Research 12: 191-233. Academic Press, New York, New York, USA.
Ramos A (1979) Planificación física y ecológica: modelos y métodos. Editorial Emesa, Madrid, España. 216 pp.
Relph, E., 1970. An Inquiry into the Relations between Phenomenology and Geography. Canadian Geographer, 14: 193-201.
Rodríguez, J.M., 1998. GeoNotas Vol.2 Nº 1. ISSN 1415-0646. La Habana, Cuba.
SEIA, 2004: Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental. Comisión Nacional de Medio Ambiente. Gobierno de Chile.
Troll, C. 1963. Über Landschafts-Sukzession. Premisa a: Arbeiten y. Rheinischen Landeskunde 19.
Troppmair, H. Biogeografía natural e meio ambiente. 3ª ed. Rio Claro: Impress. Graff, 1989. 258 p
Zonneveld, I.S. 1988. Landscape ecology and its application. En: Landscape Ecology and Management. Proceedings of the First Symposium of the Canadian Society for Landscape Ecology and Management: University of Guelph, May 1987. Editado por Michael R. Moss. Polyscience Publications Inc. Second Printing.
Zoido, F. Conferencia. Universidad de Sevilla.
Zube EH, JL Sell & JG Taylor (1982) Landscape perception: research, application and theory. Landscape Planning 9: 1-33. 

I. FUNDAMENTOS Y OBJETIVOS DE CREACION DE LA CARRERA DE  INGENIERO DE PAISAJES.

            La ambigüedad de la palabra paisaje no debe llevar a equívocos y parece adecuado diferenciar su significado artístico o vulgar del significado científico, aun cuando todos resulten necesarios para tener una idea más exhaustiva y clara del concepto denominado paisaje.
            La ciencia del paisaje ha tenido su antecedente en los trabajos de Charles Darwin y Alejandro von Humboldt en el siglo XIX. Las geografias rusa y alemana introdujeron los elementos básicos de la vertiente física del paisaje. Geógrafos europeos y norteamericanos en la primera mitad del siglo XX continuaron fundando los cimientos de la ciencia del paisaje como disciplina natural; al mismo tiempo se fueron forjando las bases para una visión sociocultural y psicológica del paisaje.
            El término Ciencia del Paisaje apareció por primera vez en 1884 para desiertos absolutos o lugares de influencia glacial, de los cuales interesaban exclusivamente los procesos físicos. Es decir, enfocando al paisaje geomorfológico.
            En sentido geomorfológico se denomina paisaje al aspecto general de una región, determinado por el conjunto de geoformas (relieve tallado o construido sobre un sustrato, resultado tanto de la erosión como de la acumulación de sedimentos sobre los relieves emergidos de las áreas continentales). La geoforma comprende todos los elementos vinculados con la morfología de la superficie terrestre (clima, relieve, litología, geomorfología, suelos y cubierta vegetal con su fauna asociada).
            Por otro lado, las ciencias directamente relacionadas con el hombre, como la historia, la arqueología, la etnografía o la sociología, se interesan en aquellos paisajes marcados por las huellas de la actividad humana. Se asume que el paisaje, entendido como entorno natural, fue pre-existente al ser humano y cuando éste aparece en el planeta, encuentra en él una fuente de recursos pero también un lugar inclemente al que debe modificar, adecuándolo a sus necesidades. De esta manera, el paisaje  incluye también la presencia de obras antrópicas cuando ellas existen.

            Aunque la problemática derivada de la interacción Naturaleza/Sociedad no es nueva, ya que data desde los inicios de la humanidad, la  capacidad tecnológica y la presión demográfica se han convertido en  una amenaza para numerosos recursos de carácter natural y cultural. Entre ellos se encuentra el paisaje, en su condición tanto de elemento de calidad ambiental como de valor histórico y cultural y que además representa un recurso económico en cuanto a que influye en la localización y desarrollo de determinadas actividades y en el valor del suelo. 

            La consideración del paisaje como nivel de organización de jerarquía superior a la del ecosistema cobra fuerza y actualidad a partir de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo realizada en Río de Janeiro en 1992, ya que resulta evidente que las Convenciones surgidas en su transcurso (Conservación de la biodiversidad, Lucha contra la desertificación y Control del cambio climático) sólo pueden lograrse a través de la conservación y/o rehabilitación de los paisajes, asumidos éstos como un recurso en sí mismo y principal proveedor de bienes y servicios ambientales, más que como un mero marco escénico o un espacio productivo, receptor al mismo tiempo de desechos provenientes de actividades humanas.

Pese a que la sociedad está cada vez más concientizada sobre los límites de los recursos naturales y la necesidad de proteger el ambiente de las amenazas que se ciernen sobre los paisajes existentes y los efectos del desarrollo sobre el entorno en general, no puede sustraerse de sus necesidades y éstas se satisfacen fundamentalmente  mediante la explotación directa o indirecta del medio natural.

La expansión de las fronteras agrícolas hacia tierras consideradas técnicamente como marginales para esta actividad, la ganadería extensiva sobre la base de pasturas naturales, el uso de maquinarias de alto poder de volteo para la explotación de bosques nativos, los grandes emprendimientos mineros que no sólo significan el deterioro irreversible del sector explotado sino que usualmente implican grandes obras de ingeniería vial y civil, transforman los paisajes rurales y pueden constituirse en causales de desertificación y contaminación ambiental cuando no existe una adecuada previsión de las consecuencias ni se anticipan las medidas correctivas.

Asimismo, cuando se construyen barrios, urbanizaciones, obras de infraestructura, complejos de ocio y deporte, parques, polígonos industriales, etc. se modifican profundamente los paisajes preexistentes. La escala y el impacto de dicho desarrollo (desmonte, polvo en suspensión, residuos sólidos urbanos, aguas servidas, etc.) puede ser una amenaza para el entorno, pero una cuidadosa ubicación y un diseño acertado del paisaje que logre integrar los elementos introducidos con los existentes puede crear un nuevo paisaje de calidad e interés visual.

Paralelamente a la modelación de nuevos paisajes, la renovación de los mismos armonizando elementos introducidos para el confort humano con elementos naturales que sostengan los mecanismos vitales de su funcionamiento, puede ser la clave de la rehabilitación de zonas degradadas. La calidad estética y ambiental del paisaje renovado (urbano, industrial o rural) influye positivamente en la valoración económica del mismo.

De aquí  la relevancia que toma el poder conservar el carácter de los paisajes, de modo tal que su transformación y utilización  estética y funcional se adecue a las nuevas necesidades de desarrollo de la sociedad humana, articulando procesos productivos, turísticos y urbanísticos con  criterios de sustentabilidad.

Frente a los actuales paradigmas es necesario proponer un nuevo enfoque epistemológico para abordar la problemática concerniente al paisaje y establecer nuevas soluciones, mediante la convergencia de diversas orientaciones metodológicas que permitan una sistematización de carácter general, a saber:

a) La de geógrafos, geólogos, biólogos y agrónomos y especialistas ambientales, que analizan el paisaje como la escena resultante de numerosas interacciones tanto del medio físico como del medio biótico y cultural, donde destaca el carácter funcional, atendiendo a criterios de calidad relacionados con la estabilidad de los componentes físicos, su contenido en biodiversidad o su capacidad productiva.

b) La de arquitectos y paisajistas que atienden al paisaje como una escena predominantemente visual, donde prima el carácter estructural y la apreciación subjetiva, considerando criterios de calidad relacionados con categorías estéticas y cualidades percepcionales.

            Así, la Carrera de Ingeniería de Paisajes establecerá nuevas maneras de acercarse al conocimiento del paisaje, para comprender la dinámica y características de los procesos naturales, económicos, socioculturales y de los valores sensibles o estéticos del mismo y  evaluar su potencial y limitaciones, con la finalidad de obtener la optimización del uso del territorio y sus recursos por parte de la sociedad.

De acuerdo a ello, debe quedar claro que esta propuesta no pretende formar un Ingeniero “constructor”, al que se le incorpora como complemento a su formación básica  (pura y dura) la necesaria dimensión ambiental, sino a un Ingeniero en cuya formación básica las ciencias naturales tienen una carga horaria preponderante; un Ingeniero capaz de organizar la utilización racional del paisaje natural y culturalmente modificado, concibiéndolo como un Recurso Natural y aplicando al mismo criterios conservacionistas respecto a los equilibrios globales más que a los elementos particulares, ya que si bien la sustitución de especies autóctonas por alóctonas puede ser exitosa y hasta deseable y cierto grado de artificialización puede contribuir a su mejoramiento estético, los aspectos esenciales que hacen  a la funcionalidad integral del paisaje deben mantenerse a ultranza.

            Esta Carrera se considera de especial importancia para el NOA, cuyas características fisiográficas y climáticas imprimen un fuerte y peculiar carácter a sus paisajes los que, además, conservan aún la huella de la organización territorial y política más importante de la América del Sur prehispánica: el Imperio Inca (siglos XI al XVII).

En lo que se refiere a Catamarca, esta provincia se destaca por poseer la mayor diversidad de paisajes (desde selva a desierto, pasando por todas las formaciones vegetales intermedias y con niveles altitudinales que van desde los 200 a más de 5000 msm), que representan una excelente oportunidad de aprovechamiento turístico, y contener uno de los legados arqueológicos más importantes de Argentina, cuyo estudio ayuda a entender las claves de la sociedad de épocas pasadas y a guiar los planes de restauración y gestión para su conservación y disfrute. Pero además presenta procesos de transformación de paisajes vinculados a actividades extractivas recientes, así como procesos de desertificación de diversos grados de magnitud, con raíces históricas, por lo que se requiere de un profesional que específicamente desarrolle su actividad a la escala de paisaje, que es la de mayor capacidad holística.

Antecedentes:

            En Europa se observa que muchas escuelas y carreras que tradicionalmente se ocupaban del diseño de jardines y restauración de jardines históricos, han tenido que evolucionar para armonizar las exigencias del desarrollo con la problemática ambiental, a partir del diseño y  la planificación del paisaje en su conjunto. A modo de ejemplo se cita la carrera de Ingeniería en Paisaje que se dicta en la Ecole Nationale d´Ingenieurs des Travaux de l´Horticulture et du Paysage d´Angers, Francia.

            En distintos países de América se registran carreras de grado de Arquitectura Paisajística y en la Universidad de las Américas (Chile) se desarrolla la de Ingeniero del Paisaje, con una trama curricular similar a la de la presente propuesta aunque con más énfasis en aspectos constructivos con materiales inertes.

            En México existe una Arquitectura del Paisaje y, en Argentina, una Carrera de Diseñador del Paisaje, ambas más orientadas al Paisajismo (paisaje en su aspecto estético) que a una visión sistémica del mismo.

            La atención específica de la transformación armónica, planificada y equilibrada del paisaje, concebido éste como perspectiva integradora y sistémica, no es asumida en nuestro país por ninguna carrera de grado que combine conocimientos provenientes de las Ciencias Naturales (Biológicas, Agronómicas y Ciencias de la Tierra), Ciencias Exactas, Ciencias Sociales y elementos de Arquitectura y Diseño Plástico.

          En la normativa internacional el Paisaje, como objeto de estudio en sí mismo, tiene como primer antecedente la “Recomendación relativa a la protección de la belleza y del carácter de los lugares y paisajes”, aprobada por la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en diciembre de 1962. Entre los más recientes, se destaca la Convención Europea del Paisaje (2000), cuyo objeto es promover la protección,  gestión y  ordenación de los paisajes y organizar la cooperación europea en estos aspectos. Dicha Convención entiende que el paisaje es “componente esencial del entorno en el que viven las poblaciones, expresión de diversidad de su común patrimonio cultural, ecológico, social y económico y, a la vez, fundamento de su identidad”. Como resultado de aquella, ya existe una Federación Europea de asociaciones y sociedades de Ingeniería del Paisaje e Ingeniería Biológica  (EFBI) El objeto de la federación es promover la Ingeniería Biológica como disciplina constructiva que emplea principalmente materiales vivos y persigue objetivos técnicos, ecológicos y de restauración de paisaje, adoptando técnicas de construcción naturales y empleando la múltiple potencialidad de los materiales constructivos empleados.

OBJETIVOS:
Objetivo General.
A partir del escenario antes reseñado, la Facultad de Ciencias Agrarias, siguiendo una tendencia internacional, se propone lograr un profesional capacitado para interpretar globalmente la estructura y funcionamiento de los paisajes, contemplando desde las fuerzas geológicas hasta las implicancias humanas dentro de un nuevo planteamiento en las relaciones entre sociedad y naturaleza, incluyendo la noción de paisaje cultural en sus diferentes variantes como hecho fundamental para la explicación de las situaciones actuales.

Objetivos específicos:
- Combinar las dimensiones ecológica y humana a la escala de paisaje y de región.
- Contribuir a la organización del espacio para asegurar las funciones del paisaje y al mismo tiempo satisfacer necesidades humanas.
- Analizar las estructuras espaciales, las dinámicas de los paisajes, la conectividad en paisajes fragmentados, así como la  organización de los cambios de utilización de las tierras.
- Agrupar diferentes objetivos espaciales para ofrecer nuevas soluciones de diseño e ingeniería a los problemas ligados a la utilización de las tierras
- Entender en la protección, gestión y ordenación de los paisajes.

II. PERFIL DEL TITULO
La formación de un Ingeniero de Paisajes incluye por un lado conocimientos básicos,  técnicos y profesionales y por otro lado, desarrolla las habilidades artísticas y creativas, diferenciándose así de criterios netamente productivistas o netamente preservacionistas, admitiendo artificializaciones y sustitución de especies silvestres por domesticadas, que mejoren el hábitat humano sin alterar el equilibrio global  del paisaje.

El Ingeniero de Paisajes es un profesional que aplica los principios éticos, científicos y estéticos a la consideración de paisajes naturales con diferentes grados de intervención y espacios abiertos construidos, aplicando conceptos derivados de la visión global y sistémica del ambiente y creando puentes entre las ciencias naturales y sociales.

Los profesionales de la Ingeniería de Paisajes aplican y utilizan sus habilidades creativas, técnicas y conocimientos científicos, culturales e históricos en la investigación, diagnóstico, evaluación, planificación y diseño de los espacios naturales y construidos en el paisaje, así como en la gerencia y manejo de proyectos y obras relacionadas con el mantenimiento, la conservación, rehabilitación y disfrute de los recursos y de la sustentabilidad de las intervenciones que allí se propongan.

El egresado deberá contar con una metodología que le permita analizar, diagnosticar y generar anteproyectos y proyectos para la resolución de problemáticas específicas de la organización y  gestión del paisaje e integrar equipos multidisciplinarios para la prevención de daños resultantes de obras de infraestructura o emprendimientos económicos que puedan implicar una amenaza a la estabilidad funcional de los paisajes.

III.             PROPUESTA DE ALCANCES

             En esta Carrera, la consideración del paisaje como un recurso natural y su valoración como tal se da en tres dimensiones:

1- Espacios con alto grado de naturalización en los que la acción antrópica y por lo tanto las huellas de ésta en el paisaje, es escasa.
2- Espacios en los que la integración de actividades humanas en el medio ha dado como resultado un espacio antropizado, pero con sistemas sostenibles de explotación, en los que el paisaje suele estar compuesto por un mosaico complejo de elementos naturales y antrópicos entre los que se establecen intensas relaciones.
3- Espacios muy humanizados, incluso aquellos que lo están en su grado máximo (las ciudades), pues además de que en todos ellos es posible encontrar elementos naturales en mayor o menor medida, la percepción del entorno tiene un importante papel en el bienestar humano y en la calidad de vida.

            En consecuencia, el Ingeniero de Paisajes estará capacitado para:

a) Analizar, interpretar  y evaluar los recursos y conflictos con relación al paisaje, a través de:
- Inventarios de recursos y conflictos concernientes al paisaje considerando sus potencialidades, vulnerabilidades y limitaciones.
- Definición de tipologías y unidades de paisaje, caracterizadas según su distribución y las causas o procesos naturales y/o culturales que las explican.
- Cartografía de paisajes a diferentes escalas, en relación con su visibilidad, su morfología y las representaciones o percepciones sociales;
b) Evaluar los paisajes en sí mismos y las actuaciones con incidencia sobre el paisaje, mediante:
- La consideración de los aspectos funcionales y visuales del paisaje para la determinación de su fragilidad, valor de conservación y  estudios de impacto ambiental. 
- La valoración de los paisajes al efecto de su calificación por el planeamiento territorial como:
            1. áreas capaces de soportar usos urbanísticos o de producción económica en sus diversas manifestaciones, incluyendo la actividad turística.
            2. áreas protegidas (sea por su interés escénico o histórico - cultural, capacidad protectora, singularidad o rareza, vulnerabilidad intrínseca o adquirida, etc.). 
- La restauración con material biológico de cicatrices en el paisaje causadas por episodios catastróficos o por las actividades humanas (creación de zonas verdes y comunidades arbóreas y arbustivas utilizables por la población en terrenos anteriormente degradados o baldíos. Estabilización de taludes y control de la erosión, aumento de la rugosidad del terreno, mejora del balance hídrico por un aumento de la interceptación, mejora de la  capacidad de retención de agua  del suelo y mejora del consumo de agua por las plantas, etc.
- El diseño y ejecución de pantallas visuales para la ocultación de diferentes infraestructuras de fuerte impacto visual
- el análisis, la evaluación y la selección de la soluciones de ingeniería que optimicen el uso del paisaje y sus recursos, preservando su carácter de bancos genéticos y reguladores ambientales.
c) Proponer y ejecutar obras de mantenimiento o mejora de paisajes, desde las estrategias o directrices generales hasta los instrumentos más detallados como los planes locales, las licencias o los proyectos de obra, mediante, por ejemplo:
- El enriquecimiento de los paisajes mediante la creación de focos visuales y nuevas estructuras, formas y colores en la vegetación.
- El señalamiento de senderos de interpretación y de miradores, como parte de la ordenación incluida en planes integrales (urbanísticos, ambientales) o sectoriales (carreteras, vías verdes y senderos, etc.);
- La distinción de áreas o bandas con limitaciones de uso por razones concernientes al paisaje (conservación, visibilidad, respeto, etc.);
- La localización preferente y/o más factible de actividades con impacto sobre el paisaje y el establecimiento de las medidas correctoras concretas que procedan;
- La elaboración de planes o proyectos de regeneración de espacios degradados tales como minería, obra pública, escombreras de inertes, escombreras mineras, vertederos de residuos industriales y urbanos, canteras, asentamientos urbanos marginales (villas miserias),  etc.;
- La indicación de condiciones y limitaciones por razones intrínsecas al paisaje de proyectos de obra o construcción.

d) reconocer las variables que determinan la dinámica del paisaje y a través de criterios  normas y/o acciones, crear espacios equilibrados para el desarrollo de la actividad humana que conduzcan a una mejor  calidad de vida y dejen opciones para las generaciones futuras. Las principales líneas de actuación son:
- La evaluación, modelado  y/o diseño de la fragmentación de paisajes para la conservación de la diversidad biológica, diversidad de hábitats y diversidad de ecosistemas.
- El diseño y ejecución de corredores de conectividad biológica entre fragmentos o parches de hábitats.
- La planificación, diseño y ejecución con criterio estético y funcional de  espacios verdes (Jardines botánicos, parques temáticos, lineares, urbanos, jardines, paseos, etc.) en áreas públicas y/o privadas.
- La multiplicación, introducción, adaptación y conservación de especies vegetales ornamentales así como el diseño y ejecución de instalaciones especiales (viveros, invernáculos, rusticaderos, etc.) para el cultivo forzado.
- La identificación  de especies vegetales raras, endémicas y/o en peligro de extinción a efectos de:
            1) seleccionar y dirigir la aplicación de técnicas y métodos de conservación in situ y
            2) diseñar las instalaciones y los métodos y técnicas más adecuadas para su conservación ex situ.

e) armonizar las exigencias del desarrollo con la problemática ecológico-ambiental, a partir del diagnóstico, ordenación, evaluación y gestión integral del paisaje con criterios de sustentabilidad social, política, económica y ecológica.

f) desempeñarse en los campos de la investigación, docencia universitaria y extensión.

g) cooperar en la toma de decisiones en el uso del espacio, interviniendo en las políticas y estudios  encaminados a decidir qué actividades deben ser ubicadas y dónde.

h) intervenir en el control de los cambios en el uso del espacio, estableciendo los umbrales ambientales al desarrollo de las diferentes actividades.

i) Participar en:
§  La planificación, implementación y evaluación de los programas de investigación y/o inversión que  tengan por finalidad desarrollar conocimientos y tecnologías conducentes a la planificación y gestión del paisaje.
§  Los planes de ordenamiento territorial en sus diversas escalas.
§  La supervisión y ejecución de obras de ingeniería biológica para la modelación o remodelación del paisaje.
§  La evaluación de anteproyectos y proyectos ejecutivos que tengan como objeto el paisaje o alguno de sus elementos constitutivos.
§  La evaluación de impactos ambientales.
§  La elaboración de leyes, ordenanzas y normativas relativas al paisaje urbano y rural.
§  Los planes de aprovechamiento de recursos naturales, territoriales y urbanísticos.
§  La elaboración de modelos virtuales de simulación en relación con distintos aspectos vinculados al paisaje.
§  La definición y establecimiento de objetivos de calidad del paisaje socialmente compartidos.

La actividad del Ingeniero de Paisajes se desarrolla en diferentes escalas que se extienden desde la escala regional hasta la escala urbana, en Universidades y Centros de Investigación, en la Administración Pública (Municipal, Provincial y Nacional), en Organizaciones no Gubernamentales y en equipos interdisciplinarios, consultorías o empresas dedicadas al paisaje.

Tomado de la propuesta elevada al Ministerio de Educación de la Nación.

















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