viernes, 28 de agosto de 2015

Quema de pastizales de altura en Catamarca

QUEMA DE PASTIZALES DE ALTURA EN CATAMARCA     

Biòl. María Cristina Morláns



Lectura complementaria del tema
USO DEL FUEGO


INTRODUCCIÓN.

El uso del fuego se remonta a unos 1.500.000 años  y, desde que el ser humano aprendió a dominarlo ya nunca dejó de utilizarlo, intentando modificar los procesos naturales para satisfacer sus necesidades y mejorar su calidad de vida. Puede ser considerado como un gran aliado, pero también puede convertirse en una herramienta peligrosa si no se toman las precauciones necesarias para evitar perjuicios innecesarios, y muchas veces irreversibles.

El fuego es un factor importante que ha afectado la extensión, composición y el carácter de la biocenosis en la mayoría de los ambientes terrestres del mundo.

La costumbre de quemar la vegetación, como un sistema de comunicación o bien para favorecer la caza de animales silvestres, de limpiar la tierra para sembrar, de eliminar ciertas plagas o procurar alimento tierno para el ganado,  ha sido una práctica usada por casi todos los pueblos del mundo (Barrett y Arno, 1982; Morello y Saravia Toledo, 1959; Primavesi, 1984; Gómez Rueda, 1952), desde épocas remotas hasta la actualidad. Dicho en pocas palabras, el fuego fue el principio indispensable de la tecnología humana (Asimov, 1994).

            Para la provincia de Catamarca, ya en 1887 el Dr. Federico Schickendantz se refería a la práctica de provocar incendios, expresando que “tiempo es que con vigor se persiga costumbre tan bárbara”. (Lafone Quevedo y Schickendantz, 1881)

            Han transcurrido más de 120 años  y aunque en el año 1964 se promulgó el Decreto Provincial No. 2225/64, que prohíbe la quema intencional de pastizales, la barbarie antes referida sigue practicándose de manera recurrente.

DESARROLLO.

Existe una gran diversidad de comunidades vegetales que se han desarrollado y evolucionado como respuesta al fuego producido por descargas eléctricas o por algún otro fenómeno físico natural. Estos hábitats pueden ser mantenidos con el uso dirigido del fuego, estando esta práctica de reciclaje en perfecto equilibrio y armonía con los demás elementos del ambiente.

En la naturaleza, el fuego es una fuerza regenerativa y rejuvenecedora sin cuya presencia las sucesiones vegetales y animales se retardarían, cubriéndose parte de la tierra con comunidades decadentes, senescentes y más vulnerables.

            Así como el fuego puede renovar la vegetación de un lugar, también puede destruirla. Ello depende de la intensidad del incendio, de su frecuencia, de la época en que se realiza, de las condiciones meteorológicas en el momento del incendio (temperatura y humedad del aire y del suelo, velocidad del viento, etc.) como así también del material combustible (tipo y estado de la vegetación) y de la topografía del lugar.

Para qué se quema.

            Los incendios provocados intencionadamente persiguen alguno de los siguientes objetivos:

Ø  Limpieza de banquinas
Ø  Eliminación de residuos agrícolas post-cosecha.
Ø  Eliminación de residuos provenientes de desmontes, luego de haber   extraído todo lo que pudiera ser de utilidad.
Ø  Eliminación  de basuras en general.
Ø  Control de algunas plagas, particularmente garrapatas.
Ø  Habilitación de nuevas tierras para pastoreo o repoblación forestal.
Ø  Rejuvenecimiento de pastizales secos.

            En Catamarca, los incendios más devastadores obedecen al "rejuvenecimiento" de pastizales y, en segundo lugar a la limpieza de banquinas, pues son los menos controlados.

            Los incendios de pastizales en Catamarca ocurren todos los años, comenzando generalmente en el mes de julio o agosto y extendiéndose hasta septiembre u octubre, representando ésta la peor época del año para tal práctica debido a los fuertes vientos y a la sequedad del ambiente y el suelo.

            Los incendios se inician principalmente en los pastizales de las cumbres de las cadenas montañosas de Ancasti y Ambato y en ocasiones afectan también las laderas boscosas de ambas serranías, siendo menos frecuentes y generalizados en áreas llanas.







            El sofocamiento de tales incendios es difícil debido a la escasez de caminos y de suficientes lugares de abastecimiento de agua. Cuando un incendio comienza, normalmente avanza en función de la velocidad del viento y pendiente y si no alcanzó suficiente envergadura, termina por apagarse cuando llega a algún curso de agua, camino o zona rocosa carente de material inflamable.

Causa principal de los incendios.

El uso más generalizado del fuego se lleva a cabo en los pastizales naturales. En los meses antes señalados los pastizales se encuentran secos (representando un material de alta inflamabilidad) por lo que no aportan conveniente alimento para el ganado, razón por la cual los ganaderos proceden a quemar los campos a fin de provocar el rebrote (o rejuvenecimiento)  de los pastos antes de que las condiciones climáticas (temperatura y humedad) sean favorables a dicho rebrote.




Con esta práctica se obtienen una serie de ventajas al estimular la brotación temprana de los vegetales por efecto del calor. El estímulo de la brotación produce una mayor cantidad y calidad de forraje, en una época donde la oferta de alimento para el ganado es baja. Se incrementa la disponibilidad de forraje de mejor calidad al destruirse la materia seca no utilizable y otros materiales indeseables (entre ellos, ectoparásitos), quedando a disposición del ganado los brotes tiernos más ricos en proteínas y otros nutrientes, que el follaje viejo posee en baja proporción o está ausente. Pero debe tenerse en cuenta que este rebrote se logra a expensas de las reservas que la planta había acumulado al final de su período de crecimiento a fin de soportar el invierno.

            


Relación del  tamaño de la planta con la reserva de carbohidratos




                                                                                                           
De izquierda a derecha, el esquema muestra la reserva de una planta antes (1) y después (2) de ser quemada. A medida que la planta rebrota y crece la reserva de carbohidratos disminuye (2,3) hasta que los nuevos brotes compensan por fotosíntesis los gastos de crecimiento y mantenimiento (4,5). Si en este momento los pastos no son disturbados, se produce un excedente de fotosíntesis que permite recuperar las reservas.

             Sin embargo los efectos indeseables son muchos y frecuentemente severos en áreas montanas, donde por lo general el fuego no se extiende de manera homogénea por toda la superficie sino que hay áreas que se queman y otras que no se queman. 

            En nuestra provincia, la situación más corriente es que apenas aparecen, los nuevos brotes verdes son pastoreados con lo cual la planta queda sin reservas y con su aparato fotosintético sensiblemente reducido. Al haber usado gran parte de sus reservas las probabilidades de producir un nuevo rebrote son menores, en consecuencia sus posibilidades de no cumplir su ciclo son muy grandes pues aún deben transcurrir unos dos a tres meses hasta que se inicie la temporada de lluvias, con el agravante de que en este período puede haber ocurrencia de heladas.



Rebrote que están pastando las ovejas de la fotografía anterior a menos de 20 días de ocurrido el incendio

            Por otra parte, al haber disponibilidad de pastos verdes (el que rebrotó tras el paso del fuego) coexistiendo con zonas de pastos secos (el que no resultó afectado por el fuego) determina que los animales se concentren a pastorear en las áreas con los rebrotes tiernos. Esta situación produce una sobrecarga de ganado sobre el área pastoreada, produciendo un efecto de pisoteo sobre el suelo (ver: Impacto de la explotación ganadera).




            Así el suelo resulta compactado, dificultándose la germinación de las semillas y por ende la instalación de nuevas plantas.

A medida que la cubierta vegetal va desapareciendo  disminuye  la infiltración del agua en el suelo y aumenta el escurrimiento superficial cuando ocurren las primeras lluvias (ver: manejo de cuencas), más aún si se tiene en cuenta las características torrenciales de las precipitaciones en las zonas áridas y semiáridas. El aumento de la velocidad de escurrimiento conlleva aumento de poder erosivo del agua y paulatinamente se aceleran los procesos de degradación.




            Estos procesos suelen ocurrir sobre una capa a veces muy somera de suelo en formación bajo el que subyace una superficie rocosa con diverso grado de permeabilidad.




          Perdida la protección de la cubierta vegetal y el efecto de ésta a favor de entorpecer  el escurrimiento superficial (favoreciendo la infiltración) lo previsible es que se desencadenen procesos de erosión acelerada que tanto pueden culminar en la formación y/o profundización de cárcavas y cauces como desbarrancamientos masivo de sustrato. El transporte de sólidos (inclusive  grandes piedras en caso de lluvias muy intensas) llega a afectar severamente áreas que pueden estar muy distantes del lugar de ocurrencia de las precipitaciones.



Las áreas claras corresponden a descarrancamientos masivos

           Por otra parte, cuando el fuego es recurrente (con periodicidad anual en el caso de Catamarca), es común que se generen cambios en la composición del pastizal. Las sucesivas pérdidas de estratos vegetales por los fuegos no sólo afectan a la disminución de la cobertura vegetal sino también al desmejoramiento paulatino de las comunidades vegetales, resultando favorecidas las plantas de hojas duras y poco palatables y desfavorecidas las más tiernas y de buen contenido proteico. En consecuencia, los campos de pastoreo se tornan cada vez más improductivos, disminuyendo tanto la calidad del forraje como su digestibilidad.

De esta manera, la receptividad de los campos disminuye y cada vez soporta menos ganado.



CONCLUSIÓN.

            Como expresa Primavesi (Op.Cit.) el uso del fuego para provocar el “rejuvenecimiento” de pastizales es un método barato a corto plazo pero muy caro a largo plazo.

 Sin embargo, así como existen numerosas referencias acerca de los efectos negativos del fuego, existen otros tantos que sindican al fuego como factor de estabilidad y aún mejoramiento de algunos ecosistemas. Se debe diferenciar entre fuegos accidentales y fuegos prescriptos. Fuegos accidentales son aquellos causados por factores humanos y/o naturales que no poseen supervisión ni planificación, y el hombre no tiene control sobre sus posibles efectos y/o consecuencias en el ecosistema y la comunidad en general. El fuego prescripto se distingue del anterior por tener objetivos claros y requerir condiciones ambientales apropiadas para su implementación (humedad relativa, velocidad del viento, temperatura del aire, etc). 

Se define al fuego prescripto como "el uso científico del fuego bajo condiciones definidas y controladas con el fin de cumplir con objetivos de manejo específicos" (Reeves, 1977, citado por Sipowicz, 1994, pag. 5).

Esto significa que el fuego no es, en sí mismo, ni bueno ni malo. Todo depende de cómo y cuando se lo aplique (Ver Uso del Fuego, en este blog). Y si al fuego se le suman otros factores de impacto como la agricultura mal realizada, la deforestación o el pastoreo incontrolado (para citar las más importantes en estos paisajes) tragedias que afectan la propiedad y las vidas de los seres humanos no deben atribuirse a "causas naturales" ya que tienen como principal protagonista al mismo ser humano, ya sea por estupidez intrínseca, ignorancia propia y de sus dirigentes, holganazería y/o avaricia. 
           
BIBLIOGRAFÍA
  1. Asimov, Isaac. 1994. "Fronteras y otros ensayos",  Ediciones B en español.
  2. Barrett, S.W. y Arno, S.F. 1982. “Indian fires and ecological influence in the northern Rockies”. Journal of Forestry, 547 - 651.
  3. Gomez Rueda, M. 1952. “Quema de pastos”. 6th. International Grasslands Congress Proceedings. 2 (2): 1489-1494.
  4. Lafone Quevedo, S y F. Schickendantz. 1881: “Memoria Descriptiva de la Provincia de Catamarca”.  Estudio Introductorio de Raúl A. Bazan, 1999. UNCa.
  5. Morello, J. y C. Saravia Toledo. 1959. “El Bosque Chaqueño”. Revista Agronómica del NOA.  3:209-258.
  6. Primavesi, Ana.  !984:  “Manejo Ecológico del Suelo”. Ed. Ateneo. Bs. As.
  7. Sipowicz, N. Andrés. (1994): “Ecología y manejo del fuego en el ecosistema del cardenal”. Boletín de divulgación técnica Nº 51. Proyecto Cardenal. Estación Experimental Agropecuaria Anguil. Centro Regional La Pampa. San Luis. Instituto de Tecnología Agropecuaria. Ed. Oeste Argentino. 16 pp. Mendoza.